domingo, 11 de enero de 2015

ÉL (Cuento corto)

A veces no sabemos qué día elige la vida para sorprendernos, ella no estuvo preparada.

Ese día, ella debía evitar su pregunta y seguir con sus asuntos, pero sus ojos fulminaron su alma como un tiro a quemarropa y no pudo evitar responder tan tontamente como lo hubiese hecho una niña de 8 años. Entre risas nerviosas y silencios incómodos escuchaba cada palabra que él pronunciaba con ímpetu mientras ella, se carcomía la mente intentando darle una respuesta que no arruinara el momento perfecto entre unos extraños cuyos días se pusieron de acuerdo para cambiar sus vidas.

Ya cuando el tiempo que habían alargado se terminaba, él preguntó por su nombre,
rápidamente, ella respondió, con el deseo de saber el suyo también. Un silencio sepulcral inició en el ambiente, y luego de repetir su nombre 3 veces, le dijo el suyo.

"Encantado, espero verte pronto, y si no te veo, te llamo"
 - O si no, yo a ti.
Respondió.

Y así, sus vidas se entrelazaron:

La llamó los días siguientes, ella lo llamó también.
Ella lo buscaba en el lugar del primer encuentro, y el estaba allí esperándola.
Él la abrazaba como si de su primer amor se tratase.
Y ella moría de nervios, nervios de amor.

Al final del día, se prometieron canciones, lugares, momentos, se prometieron una amistad a prueba del tiempo; Hicieron promesas apresuradas, sin el consentimiento de los dueños de sus angustias actuales, sin pensar en sus amores de la vida duradera, sólo pensaron en el amor que aunque apresurado se tornó, era tan real como el mismo dolor.

Un día, ella lo buscó, en el lugar de encuentro usual, pero no lo encontró.
Un día él la llamó, pero después de cien intentos, ella nunca respondió.

Sus días no volvieron a ser iguales, él nunca volvió, y ella siempre se pregunta si él era feliz, o si era muy infeliz, pero al final no importó, porque cada día su recuerdo parecía ser más ficción que realidad, como personaje imaginario creación de una mente inquieta, como un recuerdo borroso de dudoso origen. Y sus noches se llenaron de preguntas sin respuestas, la misma pregunta, una y otra vez:
¿Estará bien?  pero... ¿cómo saberlo? ¿A quien debía preguntarle? Si él apareció como el sol en el inicio de una mañana prometedora, y como tal, fue desapareciendo, sin motivos, sin un por qué.

Y pasan los años, y ella sigue esperando, encontrar sus amados ojos verdes, a los que tanto ha estado añorando, y las horas pasan lentas, como día en hospital, y ella sólo espera en el mismo lugar, con la esperanza de volverlo a encontrar.


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